El perfil del Santo Padre es cercano al pretendido por Barack Obama y Raúl Castro
La Iglesia católica cubana recibirá al papa argentino Francisco más esperanzada que nunca porque su sensibilidad es latinoamericana, no hará falta traducirle, ni en público ni en privado, y se ha implicado en la pacificación de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, imprescindible para el crecimiento eclesial en feligresía, espacio y medios. La renuncia al activismo político ha sido fundamental en la progresión del catolicismo en el país caribeño: el episcopado fortaleció su interlocución con el Gobierno de Raúl Castro al enfriar su relación con los disidentes. Puede recibir fondos del extranjero, recuperó decenas de propiedades confiscadas y en las afueras de La Habana se construye la primera iglesia desde el triunfo de Fidel Castro en 1959. La institución religiosa ayuda en hospitales, cuida enfermos mentales y ancianos, y organiza cursos de capacitación y emprendimiento empresarial. Desearía catequizar en libertad, una emisora de radio, administrar escuelas privadas y una presencia sistemática en los medios de comunicación oficiales pero, de momento, es pedir peras al olmo.