A nueve meses del anuncio del proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas entres Estados Unidos y Cuba el asunto sigue en las agendas de los gabinetes de los gobiernos de los principales países del mundo. Y el anecdotario, las crónicas, las reseñas y las opiniones que genera el acontecimiento se mantienen en las páginas de los medios de comunicación más importantes. La dictadura, entretanto, aprovecha para peinarse y sacar cuentas.
De esa realidad, aparte del júbilo, los reconcomios, las sospechas, las esperanzas, la frustración, y las desesperación por irse a Miami de grandes sectores de la población, trasciende una imagen del país, favorecida por la propaganda, que ha abierto una arista insólita del turismo y ha puesto de moda visitar las ruinas del socialismo y escuchar como narran los protagonistas, en primera persona, las aventuras del fracaso mientras el viajero se bebe un mojito.