Yamilé Garro Alfonso era solo un ama de casa, madre de un bebé y un adolescente, cuando fuerzas del régimen detuvieron a su hermana Sonia y a su cuñado Ramón Alejandro Muñoz en un violento operativo el 18 de marzo de 2012.
"En aquel momento yo no sabía casi nada de la oposición", asegura. Dos meses después, comenzaba a marchar con las Damas de Blanco, el movimiento al que pertenecía su hermana.
"Entré a las Damas de Blanco (…) después de que me dirigí a las instituciones gubernamentales buscando una respuesta por la injusticia que habían cometido con Sonia", relata. "No recibí respuesta de nadie".
"Fueron momento momentos muy difíciles. Fue mucho el acoso, el maltrato de la Seguridad del Estado. Me encontraba desorientada completamente. Acudí a las Damas de Blanco y ellas me acogieron y me dieron su apoyo".
La historia es similar a la de la mayoría de las mujeres que han integrado la organización femenina durante más de 12 años. Sus vidas se vieron trastocadas por el encarcelamiento por motivos políticos de algún familiar.
En su caso, Yamilé tuvo que hacerse cargo de la hija de su hermana, que se había quedado sin sus padres con solo 15 años de edad.
"Intenté cumplir la función de su madre, pero era algo imposible. Traté de hacerlo lo mejor que pude", recuerda. "Fue muy complejo para esa niña que estaba en plena adolescencia y necesitaba la guía de su madre. Ella no entendía cómo era posible que, de un día para otro, su mamá fuera privada de la libertad. Fue un cambio muy radical".
Sonia Garro Alfonso y Ramón Alejandro Muñoz estuvieron en prisión dos años y nueve meses. Las autoridades los acusaron de "atentado, desorden público y tentativa de asesinato". La Fiscalía pidió para ellos largas penas de prisión, pero el juicio nunca se celebró.
Yamilé siempre sostuvo que el régimen no tenía pruebas y que intentaba ganar tiempo para fabricar un caso.
"Ir a prisión era bastante duro. Llegaba y me decían que habían suspendido la visita, que tenían a Sonia en una celda de castigo y no me daban más explicaciones", afirma. "No me permitían llevarle muchas cosas, las visitas eran esporádicas. Mi hermana sufrió mucho, tuvo problemas de salud. Cuando lograba encontrarme con ella y la veía en aquella situación me ponía muy mal".
Después de excarcelarla, el régimen continuó hostigando a Sonia, quien incluso denunció amenazas contra su vida. Hace pocos meses tuvo que partir al exilio con su familia. Su hermana sigue marchando en La Habana con las Damas de Blanco.
"Ser Dama de Blanco es lo mejor que me ha pasado. He aprendido a valorar el deseo de libertad. Me he dado cuenta de tantos abusos, de tantos maltratos. Le agradezco a estas mujeres que me hayan dado la oportunidad de estar entre ellas", asegura Yamilé.
"He tenido momentos dificilísimos. Ahora mismo estamos en un período en que la represión se ha recrudecido mucho. El Gobierno se siente con las manos libres para maltratar a Damas de Blanco y opositores porque su situación internacional ha mejorado con el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos", opina.
"Nos golpean, nos ofenden, nos detienen y dejan abandonadas en lugares despoblados. Nadie se pronuncia, nadie lo critica y ellos se sienten con tremenda impunidad para seguir haciéndonos lo que quieren", critica.
Hace unos días, Yamilé visitó España junto a otras Damas de Blanco.
"Tuve la oportunidad de ver en un lugar donde se respira libertad, donde hay democracia, donde no son maltratadas las personas por decir lo que piensan. Eso ha reforzado mi deseo de que mi país sea libre; de que mis hijos, de que los cubanos podamos disfrutar todo lo que nos merecemos".